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Parte 2

Valdivia / Proyecto Urbano

¿Cuáles son las críticas al nuevo Plan Regulador?


La implementación de un nuevo plan regulador en Valdivia no ha sido silenciosa. La desafección de la consultora que desarrollaría el plan, las críticas del Colegio de Arquitectos y el descontento de algunas organizaciones ciudadanas incluso han hecho eco en medios de cobertura nacional. El siguiente reportaje repasa los puntos de conflicto dentro de esta resistida actualización al plano regulador vigente.

Jaime Rosales es el líder del Movimiento por los Humedales de la Villa Claro de Luna. A pesar de poseer un nombre propio de condominio aspiracional, esta población situada en sector sur oriente de la ciudad, es habitada por personas de clase media, o como agrega el propio Jaime, de clase media baja. Sin embargo, la población, tiene algo que desearían muchas otras poblaciones del mismo perfil socioeconómico: una vista privilegiada a un auténtico humedal valdiviano. Es cuestión de cruzar la calle para acceder a este pedazo de bosque nativo rodeado de villas y caseríos. Jaime cierra los ojos para dejarle el camino libre a otros sentidos; oye el canto de unas aves y aspira el aire cargado de humedad. “Esa es un Bandurria” comenta entre orgulloso de saber y orgulloso de tenerlo ahí, tan cerca. Jaime fue hasta hace muy poco el Presidente de la Junta de Vecinos del sector y durante su administración organizó un colectivo de personas que protegieran el humedal. Entonces ganaron un fondo de la CONAMA y lo limpiaron – antes, como muchos otros de la ciudad, no era  más que un basural -, construyeron basureros, hicieron senderos, miradores, murales, una huerta e incluso, en la entrada, un gráfico con todas las especies de flora y de fauna que habitan en el lugar, incluida la Bandurria. “Quisimos hacer algo más que un parque o un área verde, a esto le llamamos una Reserva Natural Urbana (RNU). La idea es enseñarle a los niños y la comunidad en general a valorar la biodiversidad del humedal, a gestionar las cosas nosotros, a cuidarlo nosotros y a quererlo nosotros. Pedirle un parque al gobierno sería mucho más fácil, pero eso es asistencialismo.” En este punto de la conversación a uno le cuadra, y le entusiasma, la imagen que tienen cada vez más chilenos de esta ciudad. La ciudad de la naturaleza, de los bosques húmedos, de la conciencia medioambiental, de los cisnes e incluso uno empieza a sentir simpatía por los hippies del café Frontera. No obstante: “No sé que vaya a pasar con esto. Según el nuevo Plan Regulador, la avenida circunvalación, de ocho metros de ancho, va a pasar por el medio de todo esto”, dice con aire de preocupación.


Esta historia parece representar en cierta medida las contradicciones del nuevo plan regulador de Valdivia. En defensa de este, digamos que Jaime envió a la Municipalidad una observación, y sí, esta fue acatada, parcialmente. En vez de rellenar ocho metros de humedal y construir un camino cortando el flujo de agua, optaron por proyectar un puente. “Esto estaba definido desde el año 2004. La observación fue tardía y se hizo lo que se pudo”, contestó Francisco Zuloaga, asesor urbano de la Municipalidad, ante la propuesta de desviar el camino a un puente 100 metros más al sur, visible desde los miradores del humedal. 

Pero el tema de extender la ciudad en zonas de fragilidad ecológica es sólo una de las críticas que se han planteado a este nuevo plan regulador.

 

Ausencia de una visión de ciudad

 

Visión de ciudad es lo que a nivel país se denomina una “política de estado”. Es cuando un determinado órgano estatal o municipal elabora un plan jerarquizado y sistematizado de desarrollo. Por ejemplo, una política de estado bastante exitosa fue la de reducir el déficit habitacional. Pocos países del mundo pueden exhibir números tan favorables como los del estado chileno en estas últimas dos décadas en esta materia. ¿La calidad de las viviendas? ¿Su diseño? Son otra discusión. Sin embargo, se diga lo que se diga, se trabajó en una dirección, hubo una estrategia.

¿Tiene Valdivia una “visión de ciudad” propia? ¿Está plasmada en el plano regulador? Para la comisión evaluadora del Colegio de Arquitectos la respuesta es negativa. En una carta enviada al alcalde de la ciudad consideran que “el PRCV (Plano Regulador de la Comuna de Valdivia) parece sólo la validación de lo existente lo cual hace que carezca de un planteamiento como modelo de desarrollo urbano”. Argumentan en una larga carta que no se nota en el documento final el trabajo de un instrumento integrador de propuestas. Frene a esta problemática, Francisco Zuloaga reconoce que durante el proceso de elaboración de este PRCV, no existía una real coordinación de distintos órganos como el MINVU, el SERVIU, el GORE, el MOP y la Municipalidad. Sin ir más lejos, fue la CONAMA, un órgano gubernamental, la que le otorgó fondos a la Villa Claro de Luna para que reacondicionarán un lugar por el que el SERVIU, otro órgano gubernamental, tenía proyectado una avenida de ocho metro de ancho.  

Otros aspectos que resalta la carta son las constantes contradicciones entre la ciudad en el discurso y la ciudad en la práctica. Valdivia, y su institucionalidad, se dice una ciudad con vocación turística por su naturaleza pero el plan regulador contempla densificar la áreas urbanas en lugares de fragilidad ecológica, contempla escaso incremento en metro cuadrados de áreas verdes, que hoy ascienden a 3 metros cuadrados por habitante, lo mismo que en Santiago y un tercio de los metros que sugiere la OMS, y no contempla incentivos para el uso de tecnologías renovables. Es cierto que este último ítem le puede sonar a algunos como irreal o de ciencia ficción, pero son aplicados en cualquier ciudad que pretenda asociar su marca al concepto “verde”. 

Para Javier Maira, arquitecta y académica de la UACH, recluir la posibilidad de tener una ciudad verde sólo a los discursos no es conveniente. “Es una oportunidad para posicionarse a partir del tema ecológico ambiental. El gran valor de Chile, y particularmente de Valdivia, es su patrimonio natural, porque no vamos a decir que las ciudades chilenas son bonitas. Prima demasiado la economía de mercado y las ciudades, si bien tienen trazos, no expresan una unidad, un conjunto. Ojala el Municipio pudiera ir superponiendo todas las cosas que van sucediendo sobre una base de datos y proyectar y gestionar de modo más eficiente la ciudad.” Por último, en cuanto a vialidad, no se hace mención a promover el uso de medios de transporte público mediante un plan ni medios de transporte alternativo como las bicicletas por medio de la construcción de ciclovías.



Ampliación del radio urbano

 

Otro de los puntos resistidos por gran parte de la opinión pública en esta actualización del PRCV es la extensión del límite urbano. Se ha oído en repetidas ocasiones el argumento de que Barcelona posee el doble del tamaño de Valdivia y diez veces su cantidad de habitantes. Se podría agregar que la premisa de esta crítica radica en “quien mucho abarca, poco aprieta”. Y es que Valdivia como ciudad presenta algunas características particulares a los ojos de arquitectos y urbanistas. La concentración de habitantes aumenta a medida que uno se aleja del centro de la ciudad, dando como resultado una serie de barrios no consolidados carentes, en su mayoría, de equipamiento y servicios necesarios. Citando a Roberto Martínez, Director del Instituto de Arquitectura y Urbanismo de la UACH, la expansión urbana de 41% “sólo contribuye a descentralizar la ciudad, incrementando las poblaciones monofuncionales, en desmedro de ir conformando una ciudad más densa y compacta, desaprovechando además gran parte de las 90 hectáreas de terrenos urbanos sin edificar, donde el ingenio de las inmobiliarias, arquitectos e ingenieros deba afrontar el hacer ciudad de un modo más inteligente y bello en base a la reinvención de esta y no en torno a la pobre repetición a campo travieso del modelo actual.” Así mismo teorías urbanísticas y el mismo ejemplo de otras ciudades como Santiago o Puerto Montt, sugieren que la ampliación de límites urbanos acarrea externalidades tales como segregación social, congestión vehicular y pérdida de suelos agrícolas. Por si fuera poco, durante el consejo municipal, este mismo ordenó la ampliación a 63 hectáreas más de la propuesta inicial para que una constructora pudiera edificar nuevas viviendas de determinada magnitud.

 

Escasa Participación Ciudadana

 

La participación ciudadana en el delineamiento y diseño del plan regulador está estipulada por ley. En el caso del PRCV, esto se cumplió. Hubo difusión a través de la prensa, se presentó ante comités sectoriales e incluso se establecieron talleres temáticos en la Municipalidad para que toda la comunidad se enterara de este nuevo documento. Sin embargo estas instancias ocurren en el proceso inicial y no son vinculantes, es decir, el consejo municipal no está obligado a acatar estas consideraciones, por lo que quedan reducidas a un proceso únicamente informativo. “Existe participación ciudadana pero está más que nada en el papel”, explica la abogada especializada en urbanismo, Natalia Rodríguez. Y agrega: “A mí me parece que la participación ciudadana es todavía escasa en como está planteada en la ley. En escasa en cantidad y en calidad. Por ejemplo la ley establece que tiene que darse información a nivel de juntas de vecinos, de audiencias públicas, etc., pero pregúntate cuántas personas van a las audiencias públicas a discutir un plan regulador, qué persona común sabe interpretar lo que dice una maqueta o un plano.” Jaime Rosales, del comienzo del reportaje, lo hizo. “Fui a la municipalidad y me dieron una copia del plan sólo cuando esgrimí la Ley de Transparencia. Sin embargo cuando iba los funcionarios se referían a mí como “Ley de Transparencia”, de forma irónica, claro.”

Maritza Lobos, arquitecta y académica de la UACH, trabajó durante este proceso inicial de participación ciudadana junto a la empresa consultora Pulso, que desarrolló parte del nuevo plan regulador. A cinco años de esa experiencia, concluye que no existe conciencia de lo que significa la participación ciudadana. “Las conclusiones salidas de este proceso no se ven plasmadas en el producto final, es decir, el nuevo PRCV.”

De todos los consultados, el asesor urbanista de la Municipalidad Francisco Zuloaga, fue el más conciso y enfático: “es un mero saludo a la bandera, no obliga a nada.”

 

El pasado mes de septiembre la Municipalidad envió las respuestas a los diversos grupos de la ciudad que hicieron observaciones y críticas a la actualización. Gustavo Rodríguez, miembro de la comisión evaluadora del Colegio de Arquitectos, las consideró insuficientes, al haber sido tomadas en cuenta parcialmente dos de las 15 sugerencias. Sólo se consideró aspectos como el cuidado de ciertas zonas patrimoniales y la disminución de la concentración urbana en zonas de fragilidad ecológica. Lo único que queda es esperar a que esta actualización comience a regir. Maritza Lobos sostiene desde su oficina en la Facultad de Arquitectura con vista al río, el puente y a la postal de la ciudad, que este plano regulador no sirve y que Valdivia se “farreando” una oportunidad. “Un plano regulador no te va hacer una ciudad más linda o más fea. No la va a destruir ni a reconstruir, pero si se pierden 20 años de establecer un nuevo modelo de desarrollo.”

 

Javier Mardones, Periodista.

 


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Humedales Villa Claro de Luna

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