en esta edicion en Editorial:

Madera

Los bosques constituyen un recurso natural renovable que pro­por­cio­na, en forma sostenida, una gran can­tidad de biomasa. Dentro de esta destaca la made­ra, cuyo potencial de uti­liza­ción se incrementa día a día como re­sul­tado del desa­rrollo de la capacidad crea­tiva del hom­bre.

            Nada nos hace predecir que en el futuro más próximo, la demanda por madera disminuirá. Esto será el resultado del: aumento de la población mundial y de la tendencia a  incrementar el uso de productos amigables con el medio ambiente y con menor carga ecológica, caso de la madera.

            La gran actividad fisiológica que tienen los árboles en sus primeras etapas, requiere de una gran cantidad de dióxido de carbono, que los árboles capturan de la atmósfera y utilizan en la formación de la madera de fuste, ramas y raíces. Este dióxido de carbono transformado en madera, puede permanecer almacenado, sin volver a la atmósfera, en la medida que este material se transforma en objetos perdurables en el tiempo, como por ejemplo: ventanas, puertas, pisos, escaleras, muebles y otros miles de objetos diversos. La madera en estos objetos, cumple un papel silencioso pero muy importante el cual es reducir el afecto invernadero.

            Las numerosas cualidades de la madera, como ser un material prácticamente no contaminantes en su producción, su calidez, sus propiedades aislante, su excelente comportamiento ante los movimientos telúricos, sus resistencias mecánicas y su natural belleza, la hacen un material apetecible. A todo ello se debe agregar la importancia que tiene este recurso renovable de excelente adaptación en nuestro territorio y que es capaz de originar trabajo y desarrollo del país.

            A la luz del crecimiento demográfico mundial y al inminente aumento de demanda por bienes, entre los cuales podemos incluir los de madera, Es muy probable que los mercados globalizados incrementarán aún más las diferencias entre los países desa­rro­llados y los en desarrollo. Por ello es menester modi­ficar el bajo nivel de actividad económica exis­tente en los países más pobres. Para ello, la industrialización y su eficiencia es una vía de mejoramiento que aún siendo parcial, es va­ledera.

            En los países desarrollados, la tasa de crecimiento está más fuertemente afectada por la tecnología y la capacidad emprendedora que por los facto­res trabajo y capital. El desarrollo del país debe afianzarse en la investigación actual y futura y debe cen­trar su esfuerzo en una relación más estrecha entre el producto termi­nado y los re­que­rimientos exigidos para un uso óptimo. Esto es, se debe tener presente las re­la­ciones entre cali­dad de materia prima, procesos tec­noló­gicos a­plica­dos y el uso final que le darán sus compradores.

            Debemos tener presente que la aplicación de estrategias económicas y el libre juego del mercado no son suficientes para lograr un progreso conti­nuo. Países productores de materias primas baratas, como el nuestro, deben pensar que es probable que dejen de ser singulares y que incluso la mano de obra barata, no necesa­riamen­te representará para siempre una ventaja com­parativa a la luz del desarrollo tecnológico.

            La nece­si­dad de un co­nocimien­to tecnológico adecuado de lo que es y de lo que po­demos hacer con el material madera no solo permite proyectar ade­cuadamente el área maderera-fo­restal ha­cia un desa­rrollo sustentable, inser­to en el ámbito inter­na­cio­nal altamente tecnificado.

            No existe duda que el sector forestal chileno, tendrá que incremen­tar fuer­temente su impor­tancia en los próximos años y así podrá continuar colaborando en la tarea de descentrali­zar el poder económico del país y lograr un desarrollo acorde con los tiempos. El conocimiento de las buenas cualidades y el entendimiento del aporte que tiene la madera frente a otros materiales tales como: aluminio, acero y  hormigón la destacan como un material menos contaminante en su producción y que además permite una reducción del calentamiento global. Por todo lo anterior es que debemos aquilatar lo importante que es preferir usar madera frente a otros materiales sustitutos.

Juan Eduardo Diaz- vaz, Doctor en Ciencias Forestales de la Universidad de Goettingen Alemania; Ingeniero Forestal de la UACh ; Profesor titular de la Facultad de Ciencias Forestales y Recursos Naturales de la Universidad Austral de Chile.

Del Bosque al hogar 

¿De qué manera podría afectar en el modo de vida de una población el hecho de vivir en una zona de bosques? ¿Cómo influye esto en muchas de sus costumbres?  El hecho de vivir en una zona llena de bosques significa que el árbol es un recurso natural que abunda, por lo tanto se aprovecha de maneras que en otros lugares no sucede.  Una de esas maneras es por ejemplo el uso de la “leña”, madera utilizada para hacer fuego en estufas , chimeneas o cocinas . En el caso de las cocinas, el fuego que se produce en su interior es aprovechado no tan solo para calefaccionar recintos, sino que hace posible una serie de diversas actividades como la de cocinar o calentar agua, a través de un simple pero efectivo sistema de serpentín que estas poseen, usada para ducharse o lavar la loza. Hasta hace un par de años atrás era normal ver sobre las cocinas a leña unas pesadas planchas de fierro que pasaban horas y horas absorbiendo calor para luego ser utilizadas para planchar la ropa, que por lo general se estaba secando cercana a la misma cocina. No podemos negar entonces que la leña otorga un sello especial a las costumbres del sur de Chile, y así como proporciona características al interior de la vivienda, del mismo modo repercuten fuera de ella: el proceso de la combustión emite humo y consigo ese característi co o lor y gr is%a nd%a acut e;ce o co lor al paisaje urbano invernal sureño.

Gabriela Mardones, Arquitecto.